Mis papás, hace ya no sé cuántos años, hacían un tour por Italia en bus, y en una de esas curvas estrechas de la montaña el bus tenía que maniobrar varias veces para poder pasar. Obviamente mi papá y otro señor ecuatoriano, que era dirigente de los transportistas, se bajaron a ayudar, es decir a dirigirle al chófer:
--¿Dele, dele, dele...!
Y luego:
--¿Avanti, avanti...!
¡Hasta que el bus chocó con un muro de piedra! El chofer se bajó alarmadísimo, y un poco a reclamar a los voluntarios, quienes más enojados que él le respondieron:
--¡Aguante le digo pues!
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